La economía como una ciencia de decisiones: la razón o la emoción

Última actualización 2021/08/25

 

La economía se toma como una ciencia de decisiones porque el tiempo y los recursos son una restricción, tenemos que elegir como gastar los recursos para satisfacer las necesidades de la mejor forma. Debemos priorizar nuestras opciones de gasto en una lista por orden de importancia.

La escasez de tiempo y de recursos nos obliga a elegir entre varias alternativas, dependiendo de la importancia que les demos, por lo cual es necesario ordenar nuestras opciones de gasto, hay que priorizar, usando la razón por encima de la emoción o el impulso.

En un mundo globalizado, donde el consumismo nos absorbe, a la hora de tomar decisiones económicas como qué comprar, lo necesito realmente…, hay que tener presente que lo que haga una persona influye en lo que harán otras y estas, a su vez, influirán en la primera; además de revisar que también estamos influenciados por la historia de una comunidad, la geografía, los países vecinos, la religión predominante y de muchos otros aspectos culturales.

Como hacemos parte de una sociedad, debemos tomar decisiones económicas mediante alguna forma de negociación, lo que depende de varios factores como la edad, los gustos, la información y del uso alternativo del tiempo. Tal como lo hace una familia, una comunidad toma estas alternativas de gasto de acuerdo con su nivel de ingreso y según las preferencias de cada miembro.

Cuando hay que tomar decisiones que afectan a grandes grupos de personas, las relaciones de parentesco y la necesidad de convivir ponen cierto límite a la dimensión de estas, generando conflictos, lo que hace necesario establecer un mecanismo que ayude a saber qué se quiere y cómo resolverlo, de ahí la importancia de llegar a un consenso.

Los economistas del comportamiento conductual creen que cuando se trata de tomar decisiones sobre el dinero, la mente humana por lo general se comporta de manera irracional, las personas no usan la información que dicen debían utilizar y aplican otra, que afirman sería poco probable de usar. Esto desafía las teorías económicas que han guiado a las empresas y los gobiernos de las últimas décadas.

Nuestras emociones juegan un papel muy importante, nos dejamos llevar por la belleza externa que tienen los productos y servicios, por las promociones, por los descuentos; no se razona, el deseo emocional de ganar, de estar a la moda y el miedo a ser el “perdedor”, o ser discriminado nos hace tomar decisiones rápidas, guiados por la emoción y el deseo de crecer. Es probable que nos alejemos del comportamiento racional y egoísta que nos acompaña.

En un mundo donde el dinero cada vez es más difícil de conseguir, buscamos información y queremos tener conocimientos financieros, que den respuesta oportuna y confiable, estamos ante la necesidad de un aprendizaje que nos permita comprender cuál es la mejor decisión que debemos tomar, que influya en nuestras actitudes, decisiones y comportamientos financieros.

No es suficiente con el conocimiento que alcanzamos, sino la forma en que este afecta como conseguimos y analizamos la nueva información y como permitimos que este oriente y cambie las decisiones para hacer que sean más adecuadas y  racionales, en términos que generen un mayor beneficio.

Lo anterior nos lleva a pensar que no somos tan racionales sino previsiblemente irracionales, encontrar formas de explicarlo matemáticamente puede servir a los expertos, a la academia, a los investigadores y profesionales, donde con la información que encuentran en el mercado y la que han construido pueden establecer medidas, desde políticas de impuestos, tipos de interés, entre otros, que rigen una economía.

De acuerdo con lo anterior, puede ser un error pensar que las personas hacen cálculos enormes con la suficiente información al momento de tomar decisiones, se especula, por ejemplo, que realizan cómputos para proyectar su plan de pensiones y ver el placer de disfrutarlo en un futuro cercano. El común de las personas no hace dichos cálculos, se comportan como si lo hicieran y como si jugaran a que lo saben.

Con el fin de satisfacer las necesidades de información, la invitación es a tratar de estar bien informados, saber filtrar esa información, dentro de lo posible realicemos planes, cálculos, si es el caso proyecciones, para que seamos racionales al momento de tomar decisiones, en este caso de dinero, y no siempre actuemos por impulso o emoción, debemos unir la razón y la emoción, para elegir la mejor alternativa.

Aunque actuemos como consumidores, empresarios o responsables de decisiones políticas, debemos comprender que el modo en que somos previsiblemente irracionales facilita un punto de partida para mejorar nuestra capacidad de decisión, cambiando nuestra forma de vida con el fin de lograr mayor bienestar personal y colectivo.

 

Por:

Gloria Nancy Ríos Yepes

Docente Politécnico Grancolombiano Economía y Negocios Internacionales

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